El gato de Troya
Eduardo Alonso

Como profesor de literatura, Eduardo Alonso es buen conocedor de los clásicos, a cuyo estilo adapta esta obra: El gato de Troya es un homenaje a esa figura de leyenda, con siete vidas, mitificada en las culturas persa y egipcia, ser misterioso que ve en la oscuridad y sólo acepta las compañías que él elige.

Richolino fue un minino casero, pero vivió fantásticas odiseas. Fue pianista en Nueva Orleáns, pintor bohemio en París, espadachín maragato, espía en Casablanca… Y es que incluso en la vida más sedentaria hay al menos siete vidas de ensueño. Según un dicho árabe, Dios creó al gato para que el hombre sepa lo que es sabiduría. Cierto: in cato, verlas. Así, al evocar las hazañas de Richolino (¡ojo! recordar es inventar), Elvira descubre el sentido de la niñez, las peripecias familiares, los amores adolescentes, el arte de hacerse mayor, las inciertas galerías de la personalidad… Estas gaterías tienen mucho de juego y de alegato en favor de la lealtad a uno mismo. Y son un poco nostálgicas, pues las misteriosas pupilas de los gatos foto-grafían lo que hay de permanente en lo fugaz.